A LA VUELTA DE LA ESQUINA.

A LA VUELTA DE LA ESQUINA.
YA SE VIENEN!!!

18/8/07

A Pisco

Mis coterráneos, en situación como la de Pisco, y toda Ica hoy, durante estos primeros días postsismo, estarían preparándose para despedir las últimas luces vespertinas de cada atardecer con oraciones para aplacar el enojo de algún dios que sólo escucha las oraciones a voz en cuello.

La vida para la concepción del mundo moderno, que evalúa los desastres con cifras estadísticas, que reporta miles de muertos lo mismo que miles de piedras, es un don sin esencia; para el hombre en comunión con su naturaleza, ubicado en el pequeño rincón que le corresponde, la vida, una vida es más que un simple número, es más que la sumatoria de un montón de células, vivas cada una de ellas; tanto como un nombre es más que unas cuantas letras reunidas y ordenadas; o el pensamiento y los sentimientos son más que un grupo de reacciones químicas en unas células especializadas. Cuan lejos esta el mundo de hoy de la concepción del hombre andino que lagrimea en el momento en que su cordero exhala su último respiro, aún a manos suyas; cuan lejos de ese sentimiento que hace gozarse por las primeras flores, u origina una fiesta por los primeros frutos. Cuan distantes de sus raíces.

Hoy, pasadas las primeras 72 horas postsismo, las cruciales; qué poco trágico suenan 500 muertos comparados con los casi 300000 fallecidos de Indonesia y países vecinos en 2004; o los 65000 de Yungay en 1970, en el propio Perú; dentro de pocos días quien sabe si el sismo del miércoles pasado será objeto de simple reminiscencia histórica periodística, atrás quedarán las comodidades temporales que la condolencia nacional e internacional proporciona y aflorará, como siempre, la verdadera magnitud de la desgracia, de la pobreza, de la naturaleza humana, el verdadero dolor de haber perdido una vida cercana o simplemente de haberlo perdido todo bajo los escombros. Se vendrá la enorme tarea del “Empezar de Nuevo”; sepan que ese dolor multiplicado y desagregado por 500 es tan nuestro y estamos agradecidos por la misericordia nacional y extranjera para con ellos que soportaron esa desgracia, hoy por ellos, mañana quizás por otros o tal vez nosotros.

En situaciones semejantes, consuelan los filósofos que conozco asegurando que los males de este tipo vienen por causa divina, por causa natural, que ellos son precisos porque en adelante esa misma fuente proveerá los modos y medios para salir adelante al 10 y 100 por uno; aseguran que la fuente de la esperanza esta en la cima de los calvarios vecinos, por eso, cada vez que la tierra o sus fenómenos hacen que notemos el orden establecido, esos mismos filósofos, descendientes de los viejos incas, asimilados hoy a la sacristía o miembros de parafernalia clerical pero con las mismas enseñanzas de vida desde hace miles de años, se marchan con un grupo de jovenzuelos a implorar cada noche, dicen que de rodillas, por espacio de media a una hora por lo menos -mayor el número de participantes y mayor el tiempo cuanto mas grande o implacable el enojo divino-; sus oraciones están dirigidas a un dios innominado o, mas bien llamado simplemente como “Taytallay”… que a lo lejos se escucha acentuado, seguido de un coro en quechua, que entre muchas cosas que dependen de la ocasión, preguntan: -¿porque permites que esta desgracia nos suceda?-, e imploran -¿por favor, haz que este daño pase?- repitiendo un sonoro –Taytallay- tras cada frase.

Escuchar a las 7 de la noche los “Taytallay”… que bajan como una azotadora bruma desde la cima de algún calvario cercano, traducen el ambiente de puna reseca por la falta de lluvias, o la fría noche por el exceso de frío fuera de temporada, en una lúgubre oración general, conmueve el persigno acompañante de la madre, la abuela y toda la casa; el más ateo es conmovido y se suma por lo menos con un temeroso silencio que confirma que la ocasión es especial.

La receta debe ser eficaz porque de otro modo, muchos pueblos olvidados del Perú anónimo habrían desaparecido tras sismos, nevadas, inundaciones o heladas de varios días y sin posibilidad de acceder a ningún auxilio foráneo.

¡Fuerza Pisco!

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