SUBTITLE IN HIS WEB SITE: A prehispanic road runs through the entire valley. We suggest that the valley was along the route from the Inka capital of Cuzco to the gold mines to the east.
Perdonen estos dislates personales.
Crecí con dos tipos de héroes, unos ligados a la vida de unos diestros cultivadores de papas, de los labradores en tropeles que saciaban su hambre meridiano con grandes volúmenes de este tubérculo cocido y un poco de charqui, algo de maíz y otro tanto de habas, día a día, mes a mes, año tras año sin hartarse; entre las semblanzas de respeto, de ese conocido temeroso-respeto que le tenemos los de Carabaya a las cosas añejas como las ruinas de Marka Marka, entreverados con las leyendas oídas desde que el mundo es tal; dueños de esos relatos de travesías sobre los magníficos pasos del Bayo, el potro gigante del abuelo que después de un viaje a todo galope de todo un día desde Usicayos a Macusani, decían que terminaba resoplando brío y espuma, todavía con ganas de seguir trotando el polvoriento camino de casi 30 leguas entre las dos localidades; con las anécdotas como la del premortem !peoran - carajo!, ¡peoran - carajo! (palabras castellanas construidas en el quechua nativo del "alma bendita") del paisano de aquella tierra que habría caído una noche de invierno en la propia cocina de la casa familiar, posiblemente víctima de un megacolon andino, esos habrían sido tiempos en que lo único que se conocía a varios días o semanas de viaje a la redonda, era al sanitario Sr. Cansino, a quien toda su pericia no le alcanzó para saber qué sucedía en el vientre gigantesco del difunto; allá, en Usicayos, hilvanados con el clima y sus peripecias, entre los juegos infantiles con fragmentitos de hierva de algunos milímetros de tamaño clasificados por su semejanza a las cebollas, rocotos, zanahorias, ajos, uvas, mandarinas etc. que yo mismo aprendí de la abuela, entre esas fábulas escuché los recuerdos de las travesuras infantiles de mi padre.
Del otro lado, ligada hacia el punto cardinal opuesto, estaba la omnipresente imagen de la heredad de la bisabuela, macusaneña fallecida a edad muy joven en Combapata, donde nacieron varios de sus retoños; el desconsuelo de los hijos de la bis era conmovedor porque decían que unos días antes de fallecer, un herborista de esos de principios del siglo XX, habría descubierto debajo de una roca un sapo con la espalda herida por decenas de alfileres, en el centro de una de las parcelas destinadas al cultivo de maíz, avena y otros granos, al costado mismo de la ahora centenaria casa construida en un lugar que habría sido estratégico sobre la vera del camino que unía Sicuani y Cuzco, cerca del cruce con el otro transversal de Acomayo con dirección a Paucartambo, importante y muy rentable lugar hasta cerca del final del siglo XIX, o, antes del reordenamiento o locura desatada después de tendida la línea de ferrocarril entre Cuzco y Juliaca, que trastocara todo ordenamiento vial establecido con anterioridad, generando desarrollo únicamente a lo largo de su recorrido, causando la decadencia de todo el resto del territorio peruano contiguo, muy a pesar de cuantas condiciones naturales previas hayan existido; la abuela, y los tíos, entre ellos el salido de casa a los trece años, y muerto con muchos bienes antes cumplir los 40 en Puerto Maldonado, se recordaban cabalgando, igual, pero durante dos o tres días con dirección del Cuzco, hasta Combapata.
Por ambas líneas de mis ancestros, tengo las raíces asentadas desde centurias pasadas en Macusani, a unos el destino los había hecho dirigir la mirada hacia el éste, hasta los territorios de la alejada Sandia; a los otros hacia el oeste hasta los meandros del propio Cuzco.
Por ambas líneas supe, entendí que antiguamente existía un recorrido, un trazo milenario, un ordenamiento secuencial que coincidía con la ubicación de los pueblitos más antiguos de mi provincia, unos tras otros, igual que las cuentas de un rosario sobre el cordel que los une, un cordel que por viejo, no dejó de existir nunca, a pesar de las chifladas ideas viales como esa del recorrido del ferrocarril del sur en el Perú.
Pude deducir que existía un camino transversal que, además de ser una de las cosas de las que los libros oficiales no se enteraron todavía; enteramente restaurado y actualizado al siglo XXI, tiene el potencial (para concordar con la nueva onda de los economistas actuales) de reordenar el estado peruano hacia uno mucho más cercano al ideal de aprovechamiento lógico de algunas condiciones comparativas para convertirlas en condiciones de competitividad altamente ventajosas para el País; útiles como propuesta real para reducir la pobreza, precisamente en lugares como Azaroma, Usicayos, Phara y aún Coaza, es decir, luchar con armas efectivas para cambiar las precarias condiciones económicas, por lo menos en dos de los 10 bolsones de pobreza más críticos del país.
El camino que conocí es uno transversal preinca que unía el territorio del norte boliviano con el Cuzco, a través del territorio de los Kallawayas, a través de las hoy Sandia y Carabaya, era una variante del Q'apac Ñan que se dirijía desde el centro del imperio de lo Incas hasta las selvas de los Moxos, de los Campas y también, como no, hasta el Kollasuyo; será (algún día) la carretera transversal sud-oriental - TSO- del Perú.
Crecí con dos tipos de héroes, unos ligados a la vida de unos diestros cultivadores de papas, de los labradores en tropeles que saciaban su hambre meridiano con grandes volúmenes de este tubérculo cocido y un poco de charqui, algo de maíz y otro tanto de habas, día a día, mes a mes, año tras año sin hartarse; entre las semblanzas de respeto, de ese conocido temeroso-respeto que le tenemos los de Carabaya a las cosas añejas como las ruinas de Marka Marka, entreverados con las leyendas oídas desde que el mundo es tal; dueños de esos relatos de travesías sobre los magníficos pasos del Bayo, el potro gigante del abuelo que después de un viaje a todo galope de todo un día desde Usicayos a Macusani, decían que terminaba resoplando brío y espuma, todavía con ganas de seguir trotando el polvoriento camino de casi 30 leguas entre las dos localidades; con las anécdotas como la del premortem !peoran - carajo!, ¡peoran - carajo! (palabras castellanas construidas en el quechua nativo del "alma bendita") del paisano de aquella tierra que habría caído una noche de invierno en la propia cocina de la casa familiar, posiblemente víctima de un megacolon andino, esos habrían sido tiempos en que lo único que se conocía a varios días o semanas de viaje a la redonda, era al sanitario Sr. Cansino, a quien toda su pericia no le alcanzó para saber qué sucedía en el vientre gigantesco del difunto; allá, en Usicayos, hilvanados con el clima y sus peripecias, entre los juegos infantiles con fragmentitos de hierva de algunos milímetros de tamaño clasificados por su semejanza a las cebollas, rocotos, zanahorias, ajos, uvas, mandarinas etc. que yo mismo aprendí de la abuela, entre esas fábulas escuché los recuerdos de las travesuras infantiles de mi padre.
Del otro lado, ligada hacia el punto cardinal opuesto, estaba la omnipresente imagen de la heredad de la bisabuela, macusaneña fallecida a edad muy joven en Combapata, donde nacieron varios de sus retoños; el desconsuelo de los hijos de la bis era conmovedor porque decían que unos días antes de fallecer, un herborista de esos de principios del siglo XX, habría descubierto debajo de una roca un sapo con la espalda herida por decenas de alfileres, en el centro de una de las parcelas destinadas al cultivo de maíz, avena y otros granos, al costado mismo de la ahora centenaria casa construida en un lugar que habría sido estratégico sobre la vera del camino que unía Sicuani y Cuzco, cerca del cruce con el otro transversal de Acomayo con dirección a Paucartambo, importante y muy rentable lugar hasta cerca del final del siglo XIX, o, antes del reordenamiento o locura desatada después de tendida la línea de ferrocarril entre Cuzco y Juliaca, que trastocara todo ordenamiento vial establecido con anterioridad, generando desarrollo únicamente a lo largo de su recorrido, causando la decadencia de todo el resto del territorio peruano contiguo, muy a pesar de cuantas condiciones naturales previas hayan existido; la abuela, y los tíos, entre ellos el salido de casa a los trece años, y muerto con muchos bienes antes cumplir los 40 en Puerto Maldonado, se recordaban cabalgando, igual, pero durante dos o tres días con dirección del Cuzco, hasta Combapata.
Por ambas líneas de mis ancestros, tengo las raíces asentadas desde centurias pasadas en Macusani, a unos el destino los había hecho dirigir la mirada hacia el éste, hasta los territorios de la alejada Sandia; a los otros hacia el oeste hasta los meandros del propio Cuzco.
Por ambas líneas supe, entendí que antiguamente existía un recorrido, un trazo milenario, un ordenamiento secuencial que coincidía con la ubicación de los pueblitos más antiguos de mi provincia, unos tras otros, igual que las cuentas de un rosario sobre el cordel que los une, un cordel que por viejo, no dejó de existir nunca, a pesar de las chifladas ideas viales como esa del recorrido del ferrocarril del sur en el Perú.
Pude deducir que existía un camino transversal que, además de ser una de las cosas de las que los libros oficiales no se enteraron todavía; enteramente restaurado y actualizado al siglo XXI, tiene el potencial (para concordar con la nueva onda de los economistas actuales) de reordenar el estado peruano hacia uno mucho más cercano al ideal de aprovechamiento lógico de algunas condiciones comparativas para convertirlas en condiciones de competitividad altamente ventajosas para el País; útiles como propuesta real para reducir la pobreza, precisamente en lugares como Azaroma, Usicayos, Phara y aún Coaza, es decir, luchar con armas efectivas para cambiar las precarias condiciones económicas, por lo menos en dos de los 10 bolsones de pobreza más críticos del país.
El camino que conocí es uno transversal preinca que unía el territorio del norte boliviano con el Cuzco, a través del territorio de los Kallawayas, a través de las hoy Sandia y Carabaya, era una variante del Q'apac Ñan que se dirijía desde el centro del imperio de lo Incas hasta las selvas de los Moxos, de los Campas y también, como no, hasta el Kollasuyo; será (algún día) la carretera transversal sud-oriental - TSO- del Perú.
Con el debido respeto, Por favor Sr. Waldir Tuni Valdivia. hemos estado siguiendo de cerca su extenso interes e informaciones sobre la provincia de Carabaya, y de alguna forma nos gustaria comunicarnos con Ud. Somos estudiantes de la Facultad de Educacion de la UNA de puno.
ResponderEliminaresperamos su pronta respuesta, por la inportancia y urgencia que nos inquieta.
ATTE.
responda a: poetas.muertos@hotmail.com o tambien:
vichitolobo@hotmail.com