Mirando al este desde Tantamaco, un centro poblado cuyas familias casi exclusivamente se dedican a la excelente producción de papas, ocas y otros tubérculos y raíces de esa clase; una silueta que parece ser una roca, destaca solitaria cortando el cielo en la cumbre del cerro vecino.
El villorrio mencionado se encuentra a media altura de un profundo cañón muy estrecho de unos 800 a 1000 metros de profundidad, la foto que se muestra fue tomada precisamente cerca de la cumbre occidental de este cañón; el artista debió impresionarse porque en este lugar podía ver nubes mirando hacia abajo.
Ahí, por lo menos todas las tardes y durante todo el año, el cañón labrado por el río Macusani, como en los muchos otros cañones que llegan hasta la selva, se llenan de neblina tan densa que le confieren la necesaria humedad y, con ella una muy alta seguridad de cosecha.
Ahí, por lo menos todas las tardes y durante todo el año, el cañón labrado por el río Macusani, como en los muchos otros cañones que llegan hasta la selva, se llenan de neblina tan densa que le confieren la necesaria humedad y, con ella una muy alta seguridad de cosecha.
Hoy, ambos márgenes del cañón muestran incontables andenes, o terraplenes agrícolas (creo que ese es el nombre adecuado), muchos de ellos de reciente factura y es que la técnica de cultivar en las faldas de los cerros acondicionando terrazas escalonadas, aquí más que en ningún lugar fue vital para incrementar los espacios de cultivo; por ello, el arte de construirlas no se perdió, y no solo eso, sino que se tiene cuidado de seleccionar los espacios más adecuados para sembrar un tipo específico de papa, u oca por ejemplo, no crecen a la misma altura una “luntusa”, que “yana lomo”, o una “pacocha senk’a” o las raras manca p'aki estas son cuatro de las decenas (si no cientos) de variedades de papas que se pueden encontrar en los sembradíos de Tantamaco; la primera lleva el nombre porque su color es tan amarillo como la yema del huevo o Runtu o Luntu; la segunda quiere describir una especie alargada negra; la tercera porque con frecuencia esas papas se parecen a la nariz de una alpaca, y la cuarta porque dicen que algunas veces, esa variedad suele romper las ollas de tiesto al reventar durante su cocción por lo inusualmente harinosas que son, todos son nombres en quechua.
Nos referíamos a la roca en la cumbre del cerro de enfrente; esa silueta, se dice, es la imagen de San José, patrono del poblado; este es un santo que se tomó muy en serio su trabajo y para demostrar que es sensible a los dolores de sus protegidos, se muestra cargando un bulto sobre su espalda, tan igual como que es la única sacrificada manera de subir las papas desde las profundidades del cañón hasta el pueblito durante el tiempo de cosecha. Gracias al santo, generalmente las cosechas son buenas, lo que significa que por cada parcela, una sola persona tendría que subir unas 50 a 100 veces llevando a cuestas una arroba de papas las mujeres, o una y media a dos los varones por un empinadísimo camino de varios cientos de metros, las llamas están vedadas hasta las postrimerías de las cosechas, por el daño que pueden ocasionar a los sembradíos todavía no cosechados de los vecinos, por causa del angosto camino.
San José de Tantamaco no solo es el protector, tan bueno es que avisa a su gente cuanto de cosecha irán a tener en una determinada temporada; cuando su silueta tiene un bulto pequeño en la espalda, o sea carga poca papa, su gente se preocupa, el año será malo; al contrario, cuando San José esta tan cargado que hasta parece más agachado, mis paisanos tienen razones para alegrarse.
me da pena tu corta vision.............
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