Waldir Tuni[1]
Algunas guitarras repiqueteando tres acordes monótonos; salvo Juan Diego Flores a quien podemos dispensarle deslices rítmicos, cuando canta música popular sin partitura, el resto, un montón de 'dibujos libres', de baturro postmodernismo vocal al límite de lo imaginable, sin la menor idea del bell canto, certeros golpes al oído y buen gusto que CON DIFICULTAD PUEDEN LLAMARSE "VOCES"; y algunas poesías digamos que intentando salvar el WO, ¿MERECEN PREMIARSE CON UN TEATRO NACIONAL DE VARIOS MILES DE MILLONES DE DÓLARES?.
El 26 de este mes, Alan García hizo el anuncio (y puso la primera piedra) iniciando la construcción del Gran Teatro Nacional en San Borja (Lima), cuya capacidad será superior a las 1500 butacas (un monstruo).
¿Merece Lima ser premiada con un teatro asi? ¡Que lo quiera y hasta lo necesite, seguro que si!; pero ¿qué hizo para merecer que los tributos de la pequeña era minera que vivimos, se conviertan en una joya más colgando del pecho de la abominación cultural llamada: LIMA?. Minas, Lima no tiene, esta obra será el fruto de los subsuelos del país entero, monetizados y centralizados en una gran obra.
Lima cuenta con un Conservatorio Nacional de Música (ubicado en el Jr. Carabaya, en pleno centro de Lima) desde julio de1908, actualmente con la "mejor infraestructura y equipamiento del país", a años luz de distancia para un peruano común y silvestre, nacido por ejemplo, a mil o mil quinientos km en la periferia; tiende al elitismo desde su creación. No obstante, hasta ahora, los frutos que desbordan desde Lima es música de pésimo valor académico y estético (salvo honrosas excepciones que todos los dedos superan en número). Es injusto premiar esa abominación cultural con un Gran Teatro en San Borja.
En más de 100 años de historia, el conservatorio es todavía un centro de formación en gestación; algún día esperamos escuchar las obras de algún Dvorak, Orff, Stravinsky peruano, que le dé jerarquía académica al ritmo con que latimos los humanos dentro de nuestras fronteras, y que sea egresado de esa escuela, claro.
Un teatro que emule el legendario Teatro alla Scala de Milán (el ensueño de todo cantante lírico del mundo), el Gran Metropolitan Opera House de New York (del que Plácido Domingo es director), el Opera House de Sidney (el más bello del mundo) o, por lo menos, el Gran Teatro Colón de Buenos Aires, y la trascendencia cultural que esos monstruos tienen sobre su música y artes conexas, debería ser un justo premio al esfuerzo cultural, a la perseverancia por cultivar lo mejor de lo mejor de la música a escala mundial y las demás artes escénicas; y Lima, ni San Borja van en ese camino, no tienen méritos (salvo el centralismo) .
La ciudad de Trujillo, por si acaso, tiene un concurso de canto lírico que lleva ya más de 12 o 13 ocasiones realizándose anualmente. Para los míos que nacimos en Carabaya, al norte de Puno, aún nos quedaría mucho más lejos que San Borja, quizás nunca lleguemos a ver alguna ópera puesta en escena en un recinto así en Trujillo, pero se haría justicia; se premiaría un esfuerzo nacional y quizás, algún día, el Gran Teatro Nacional II se edifique algo más cerca.
Construyéndose ese Gran Teatro Nacional en Trujillo, como premio a su esfuerzo (aunque sus méritos aún son insuficientes) devolvería la esperanza para el resto del país; volveríamos a sentir que el trabajo arduo puede merecer apoyo a pesar de nuestros escasos recursos nacionales; que conformamos un país pobre pero que tiende a ser equitativo por méritos y justicia; nacería una nueva agenda donde el país entero se sienta digno de ser una sede nacional, porque lo merece; por todas esas utopías: ¡LLEVESE GRAN TEATRO NACIONAL A TRUJILLO!.
[1] Tenor I, prof. Canto Lírico inactivo (hoy sólo melómano).