A LA VUELTA DE LA ESQUINA.

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YA SE VIENEN!!!

15/4/07

Carabaya "la aurífera" y Raimondi

Durante los primeros años de la conquista del Perú, la codicia por el oro y la plata llegaba a extremos insospechados, no había en los conquistadores muralla infranqueable, ni lugar que no hayan escudriñado en su busqueda; estaban seguros que "el dorado" era una realidad, lo buscaban por todos los rincones de América.

Llegaron a enterarse de unas legendarias tierras auríferas al sur-naciente del Cuzco, de allí se habrían sacado una buena parte del oro del Coricancha, el nombre de esas tierras de transición entre la inhospita altura del lago Titicaca y sus alrededores y la agreste selva sur era el territorio de unas gentes que los nativos llamaban algo como Callahuayas, Carahuayas, Caruayas, Carabayas así lo escribirían inicialmente, nombre que algunos años después se españolizara definitivamente como Carabaya.

¿Cual era la particularidad del Oro de Carabaya?
Veamos lo que decía el INCA GARCILAZO DE LA VEGA(1539-1616) en sus "Comentarios reales, que tratan del origen de los incas, reyes que fueron del Perú, de su idolatría, leyes y gobierno en paz y en guerra; de sus vidas y conquistas y de todo lo que fue aquel Imperio y su República antes que los españoles pasaran a él" en el capítulo XXIV, DEL ORO Y LA PLATA; publicado en 1609.

...Todo el oro del Perú es de 18 a 20 quilates de ley, poco más, poco menos. Sólo el que se saca en las minas de Callauaya (o Callahuaya) es finísimo, de a 24 quilates. Y aun pretende pasar de ellos, según me lo han dicho algunos plateros en España.

El año de 1556 se halló en un resquicio de una mina de las Callahuaya una piedra de las que se crían con el metal, del tamaño de la cabeza de un hombre. El color propiamente era color de bofes y aún la hechura lo parecía, porque toda ella estaba agujereada de unos agujeros chicos y grandes que la pasaban de un cabo a otro. Por todos ellos asomaban puntas de oro, como si le hubieran echado oro derretido por encima: unas puntas salían fuera de la piedra, otras emparejaban con ella, otras quedaban más adentro. Decían los que entendían de minas, que si no la sacaran de donde estaba que por tiempo viniera a convertirse toda la piedra en oro.

En el Cozco la miraban los españoles como cosa maravillosa, los indios la llamaban huaca (que, como en otra parte dijimos, entre muchas otras significaciones que este nombre tiene una es decir "admirable cosa" digna de admiración por ser linda, como también significa "cosa abominable" por ser fea), yo la miraba con los unos y con los otros.

El oro prehispanico de Carabaya
De Paucartambo salió una buena parte del oro del Coricancha, lo suponen varios entendidos, además de mostrar eso los vestigios encontrados alrededor de las antiguas minas de esa provincia y a lo largo del río Marcapata (hoy Quispicanchis). Guamán Poma de Ayala, muestra que gran parte del oro del Coricancha fue llevado también desde la tierra de los Callahuayas; y Raimondi es categórico:


Pero si es verdad que el camino que conduce a la parte interior de las provincias de Sandia y Carabaya (hasta 1875 juntas), donde se hallan los lavaderos y vetas auríferas, es muy escabroso y dificil, lo es también que esa región ha dado y puede dar todavia inmensas riquezas; de manera que con razón la región de Carabaya ha sido considerada como la más rica en oro de toda Sudamérica.

Las minas de oro de Carabaya son, sin duda alguna, las más antiguamete conocidas, pues el nombre de Carabaya, mas o menos modificado en Caruaya, Callahuaya etc. es citado por los antiguos historiadores como el de un lugar muy rico en oro, conservándose la tradición de una gran pepita de la forma de una cabeza de caballo y de cuatro arrobas y libras de peso que fue sacada de los lavaderos de la quebrada de Inahuaya [Yanahuaya]; además de otra como la cabeza de un hombre, hallada en 1556 en un resquicio de la peña [por tradición se sabe que fue en Ayapata] y que vió el historiador Garcilaso . (Raimondi, Minas de oro del Perú, pg 146)

Además


"En el Perú se explotaron, desde 1542, los yacimientos de Carabaya y, a impulso de oro, se fundó el poblado Chaucallas" (Lucena Salmoral, Historia de España y America, Edit. Rialp, publicado en 1982, pag 670; datos que da revisando los archivos de la corona española).

Ubicación de las minas Incas
¿De qué lugares de Carabaya llevaron los Incas el oro que finalmente terminaría como parte de botín de guerra en oro mas grade de la historia universal: el pago por el rescate de Atahuallpa?, seguramente hubieron muchos centros mineros. La mejor aproximación para reconocerlas, la hizo Raimondi, aunque su viaje de reconocimiento estuvo mas bien dedicada a verificar aquellas que en el momento de su visita estaban en actividad, no reporta muchos vestigios importantes como el trapiche de Corani, la bocamina de Lac'kaya - Azaroma, ni se molesta mucho por buscar los vestigios de antiguos pueblos auríferos Aporoma o la propia Villa San Juan del Oro, la primigenia fundada por Pedro de Candia; estos lugares, para cuando llegó a la hoya del Inambari, ya habían desaparecido en los siglos anteriores; los vestigios de explotación aurífera que reporta, todos en los lugares de relativamente facil acceso, son los que encuentra en su camino buscando llegar a los lavaderos activos para su tiempo.


En el cerro Incacancha, (en Paucartambo, Cuzco) se observan varios canales que han servido para lavar la tiera y descubrir las venas auríferas. También se han encontrado cuñas, cinceles y pequeñas barretas de cobre peretenecientes a los antiguos peruanos; lo que hace conocer que este rico depósito de oro ha sido también explotado en una época anterior a la conquista.

Como no se nota ningún resto de acequia en la parte elevada del cerro, donde se observan surcos y canales, es probable que los antiguos peruanos lavaran la tierra aurífera sólo en la estación de lluvias."(Raimondi, Minas de Oro del Perú, pg 130)

Tal era la técnica aurífera de los Incas. Aunque le daban casi el mismo interés de metal precioso que los europeos, no llegaban al extremo de buscarlo a cualquier precio; había una característica diferencial importante en la forma de extracción aurífera que tenían los nativos, con la que trajeron los españoles: los incas explotaban el metal que se encontraba casi a flor de tierra, los españoles trajeron la técnica del amalgamado con azogue (lavaderos) y la explotación subterránea.

Algo más, los habitantes de las Tierra de los Chunchos (denominación usada para la selva no conquistada por los Incas) no dejaron vestigios de técnicas de explotación del Oro como una actividad económica prehispánica importante; claro, el mercado de trueque entre los chunchos y las naciones conquistadas por los Incas, no era dinámico para este producto.

Buscando las antiguas minas
Una de las expediciones más serías por Carabaya, dijimos, en tiempos de su acrecentada fama de "la aurífera", fue la de Antonio Raimondi entre el 15 de agosto y el 24 de diciembre de 1874. Las memorias de su viaje se encuentra en su libro: El Perú, libro segundo, Cap V, pp 177-202. y empieza diciendo:


"...Esta apartada provincia, célebre por sus ricas minas de oro, siendo muy poco conocida tanto por hallarse arrinconada en el extremo sur de la república, cuanto por la falta de caminos para entrar en sus fértiles valles, llamaba mi atención de un modo particular, y desde mi salida de Lima había hecho el propósito de recorrerla, aunque fuese a pie, de un extremo a otro, visitando todas sus quebradas que tributan sus aguas al río Inambari; propósito que realicé empezando por la parte occidental, que linda con el departamento del Cuzco, y acabando por la quebrada de Tambopata, que sirve de limite con la república de Bolivia..." (Ver anexo "Recorrido de Raimondi")
Hallazgos de Raymondi
Por su recorrido, describe casi completamente la hoya del Inambari, esto es lo mismo que decir el territorio el antiguo partido Hatun-Carabaya, es la unidad geográfica que la habria caracterizado o, quizás, identificado desde épocas prehispánicas; socialmente organizada sobre y para la economía explotadora del oro, con dos grandes polos productores de elementos necesarios para la vida de mineros; uno, donde predominaban los productos de origen animal, en Macusani y alrededores; el otro polo productor de derivados vegetales importantes, incluido un trapiche para la fabricación de alcohol artesanal en Sandia y alrededores.

Además de este par de centros proveedores importantes, aunque no monopólicos, existían una red de pequeños centros poblados intermedios que, por un lado, cumplían la función de centros de intercambio comercial entre los centros proveedores y los lavaderos o minas; por otro lado, eran las organizaciones sociales más próximas a los lavaderos, por cuya ubicación servían también de centros de cobijo o estadía de descanso para mineros, allí los buscadores de oro podrían sentirse al amparo de los furtivos ataques de los temibles Chunchos de selva, donde estaban las minas; eran lo más parecido a los campamentos mineros, aunque no eran eso en el sentido estricto, porque, si por algo se caracterizaban las minas o lavaderos, era porque nunca se sabía –se sabe- cuan pronto desaparecería su riqueza, obligando a todo mundo a cambiar de rumbo. Algunos de los pueblos que otros autores describen, hoy desaparecidos, son: San Pedro de Alcántara de los Araonas; Aporoma; Mercedez; San José de los Toromonas; la villa fundada por Candia originalmente llamada San Juan del Oro, en cuya memoria se crearía el pueblo del mismo nombre, ahora en Sandia; y algunas otras.

El eje económico de toda esta región en tiempos de Raimondi estaba en el centro, en la porción selvática que aún hasta nuestros días son todavía territorios con escasísisma población humana; además de Poto ó Ananea que aún pertenecía a Carabaya.

Etapa de los hallazgos de Raimondi
Cuando este ilustre italiano visitara Carabaya y sus minas, existían vestigios de haberse explotado este mineral en todos los rincones de Carabaya, para el último cuarto del siglo XIX, la mayor parte de esos restos era eso, un recuerdo de la fructífera labor de explotación aurífera en tiempos previos.

Podríamos afirmar como simple hipótesis, sujeta a variaciones o confirmaciones con mayores investigaciones que hasta concluir el siglo XVII se habrían agotado todos los centros mineros de los Incas, esos de fácil acceso y sencilla explotación en Carabaya.

Por desgracia no existen datos precisos, salvo una vaga referencia de que en 1712 habría llegado al Callao una Draga, la primera con destino al sur del Perú; las únicas minas que, se supone, producían oro en esta macro región eran las de Incacancha (Paucartambo) algunos pequeños lavaderos en el Urubamba y las más importantes por ese tiempo: los de la cuenca del San Gaban, en algunos arroyos afluentes de fácil acceso del Inambary, ninguno todavía en este importante río, cuyo curso y características eran prácticamente desconocidos inclusive hasta la verificación por el propio Raimondi (170 años después); San Juan del Oro, la villa minera de Candia, había desaparecido arrasada por una riada o por los chunchos, lo propio Aporoma; Challumas, el foco minero en el centro (selva) de Carabaya recién empezaría a explotarse unos 130 años después.

Ya fuere que la draga llegó a Carabaya o no; hasta los primeros años del siglo XVIII, debido a la inusualmente accidentada topografía que no permitía ingresar con bestias de carga para transportar objetos pesados, el método de producción era básicamente artesanal primitivo; es decir, con el auxilio de herramientas livianas, una pala, un pico y tal vez un barreno, algunas bateas y azogue; hasta esta fase inicial de la explotación con técnicas expañolas, se aprovecharon como referencia los centros mineros incaicos y sus vestigios, ya como tradiciones o como evidencias físicas de explotación aurífera preihispana.

Apoyamos la hipótesis mencionada, por la conocida crisis minera del siglo XVII y XVIII que afectó al Perú y México, primero por el agotamiento de las reservas primitivas, con ausencia de nuevos hallazgos de vetas de minerales preciosos y además, por la crisis productiva del azogue de Huacavelica que forzaría a desvíar ese elemento de producción española hacia Carabaya y Potosi, en desmedro inclusive de la actividad minera mexicana. (Navarro García, L; Historia general de España y America, los primeros Borbones; ed Rialp; pg 189- 190)

Entonces, despues de una cierta mengua productiva, alrededor del año 1700, en adelante, las minas tendrían un nuevo impulso; esta vez con el auxilio de trapiches y dragas para beneficiar el oro, además de las incursiones más osadas en selva virgen. La tecnología de punta de entonces, habría llegado alrededor de esas fechas a las más antiguas minas auríferas del Perú. Los hallazgos y descripciones de Raimondi son el 'balance contable' en pleno apogeo de esta segunda etapa.

"La aurifera" del siglo XIX y los sufrimientos del sabio.
El esplendor de los 3 siglos auríferos previos de Carabaya que cautivó al sabio, se sintetizaba con la persistencia de las tradiciones de las dos gigantescas masas de oro, arriba trascriptas, una del tamaño de la cabeza de un caballo, encontrada cerca de Yanahuaya y la otra, la de Garcilaso, del tamaño de una cabeza humana, hallada probablemente cerca de Ayapata en 1556. A estas dos legendarias, habrá que sumar una tercera pepita encontrada en Muc´umayo (Ituata) de 46 Onzas y 12 adarmes en 1851, documentada por el italiano, ën su " Minas de Oro del Perù" (id).

La epopéyica expedición de Antonio Raimondi, que durara más de 4 meses, terminaría a solo un mes y once días antes de la división oficial de las dos provincias Sandia y Carabaya; este tiempo corresponde al de franca decadencia de Crucero como capital, no sorprenda, por ello, algunos no tan justos conceptos que escribiò sobre esa antigua capital provincial.

Su reporte, es la más extensa y detallada descripción de muchos pequeños lugares remotos del antiguo partido Hatun - Carabaya, de lejos la más amplia, pero aún ella, incompleta; como descargo habrá que remarcar las enormes dificultades que tuvo que sortear el sabio, para recorrer el área equivalente a toda la extensión del actual departamento peruano de La Libertad, o al de todo el país Israel de nuestros días, obligado a recorrer la mayor parte de esa endiablada topografia, a pie.

Antes de la publicación de las memorias de su viaje por Carabaya, las descripciones que de ésta provincia se escribieron, tenían mucho de imaginativas, prejuiciosas y elaboradas sobre la base de historias sabidas de oídas; sobretodo las que eran hechas por encargo gubernamental, por tanto, hechas sin otra razón que la obligación por justificar sus sueldos. La razón de estas mentidas arbitrariedades encontradas en la literatura, debe ser porque, paralelamente a la fama de "aurífera", Carabaya gozaba de un aura de “enigmática y peligrosa”, tan o más grande aún que su potencial dorado; se sabía de su piso como papel arrugado, todos le temían (temen aún), por creerse escondrijo de los feroces silvícolas incivilizados llamados genéricamente Chunchos; por si fuera poco, desde el Inca Tupac Yupanqui, se tenía por sabido que las serpientes y demás alimañas, no eran cosas de juego; para colmo, su ubicación remota alimentaba o aumentaba ese desconocimiento y desinformación.

Raimondi al final de su descripción de Carabaya dice:


“ Algunos pasos mas y ya habría salido de la silvestre provincia de Carabaya; de aquella sin par región donde parece atropellarse la vida animal con la vida vegetal; donde la Naturaleza es reina absoluta y el ser humano un ser debil e impotente.

Si es verdad que mucho había sufrido, recorriendo aquel mundo primitivo, puedo decir también que mucho había gozado, puesto que allí se habían verificado del modo más completo, los sueños de mi infancia, de ver aquellos empinados cerros, torrentosos ríos e impenetrables bosques, en su estado más virgen, sin huella alguna de la civilización del hombre.

A pesar de que salía muy fatigado de tantas correrías y marchas a pie, mi ánimo experimentaba un vago sentimiento de tristeza, al dejar detrás de mi aquel emporio de vida, para subir a la helada región de la Cordillera y recorrer nuevamente los elevados y desnudos llanos del departamento de Puno” (Antonio Raimondi; El Perú, libro segundo, cap V, pg 202).

¡¡¡Grande Raimondi, tanto como la gloria de la "Aurìfera"!!!.


Foto: "Mucumayo, 500 años después" © Raúl TalaveraTodos los derechos reservados

Fotografía tomada por: Raúl Talavera Salas

Más fotos del mismo autor: http://www.panoramio.com/photo/1321333

Anexo: Recorrido de Raimondi


Su viaje empezó entrando por Crucero, la capital de entonces; Ajoyani, Macusani, Ayapata, Ollachea , algo de Chia, Q’juichu y Palca- poblados preincas de Azaroma; luego pasó a Corani, visitó algo de la quebrada del río San Gaban, no le fue posible continuar más abajo. Volviendo a Ayapata, exploró el San Gabán entrando por el tambo Quitón-quitón, avanzaría hasta la hacienda San Jose de Bellavista, "en el límite de los terrenos habitados por los salvajes..." según sus propias palabras; llegaría después de muchísimas penurias hasta la desembocadura del San Gabán en el Inambari.


Siguiendo el Inambari, buscaría la desembocadura del Esquilaya (o Ayapata), para seguir su retorno por la quebrada de este río, aguas arriba; tras igual o mayores penurias que durante su ingreso llagaría al Tambo Esquilaya, pasando previamente por el puente colonial del mismo nombre, el siguiente tambo visitado por Raimondi sería Ichucalla, para finalmente regresar a Ayapata.

Después de Ayapata visitaría Ituata, luego de un rápido vistazo del río Ituata y el Caxili, famoso ya desde entonces por sus lavaderos de Oro, se iría a Tambillo, describiría su puente preinca compuesto por solo dos rocas y sus ruinas preincas. De Tambillo pasaría a Coasa, de ahí a Usicayos, para regresar a Crucero.

De Crucero iría a la famosísima quebrada aurífera de Challumas ladeando la laguna Aricoma, cruzando la cordillera llegaría al tambo Huancarani, para llegar a Phara, pasaría al Tambo Huaturo, de este tambo pasaría al de Patalayuni, continuaría hacia los tambos Mamanta y Cotani describiendo entre ambos el puente de construcción inmemorial. Después llegaría a la Mina, por entonces centro poblado con tres casas y un alcalde, de La Mina, iría a ver el río Pulipuli, la antigua mina de Aporoma, el Rio Pachani y Palcabamba poblado a orillas del Huari huari que mas abajo toma el nombre de Inambari, recién después llegaría a la mina Challuma y de allí al tambo Huari-huari.

Pasando por Versalles, centro poblado creado por el francés Gabriel Larrieu luego de descubiertos los minerales de Challuma por los 1840s -de ahí su nombre-, de Versalles iría a el Carrizal otro pequeño centro aurífero. Para el tiempo del viaje de Raimondi ya las aldehuelas auríferas de Pusupunco, San Simon, San Jose, Cangali, Cemeterio, Alta Gracia, ya eran solo un recuerdo, todas ya deshabitadas.

Del Carrizal, iría a Quinsamayo, Mercedes, Puerta Libre, las vetas de Sacramento, la Recompensadora, Montebello o Ccapac orcco. Toda esta riquísima zona fue muy concurrida y animada durante los años 1840 -1850, a fines de ese siglo, ya casi todos esos lugares eran simples lugares deshabitados.

Saliendo de Huari Huari, se encaminaría por quebrada virgen hasta Chicali, para encontrar el tambo Pullani, al tambo y río Sagrario, el tambo Chivini, el Tambo Humabamba, para finalmente llegar a Buenavista y Phara, y de Phara nuevamente a Crucero.

De Crucero, después de descansar por 7 días, se dirigiría a las minas de Poto, a 4717 msnm, (en el límite sur de la Carabaya de entonces, por ley Nº 9965 de 15 de septiembre de 1944, cambió su nombre por el de Ananea, y anexada al Azangaro de ese tiempo), luego a la mina Ananea a 5210 msnm. De Poto, continuaría hacia la quebrada de Cuyo-cuyo, y de ahí a Patambuco donde describe chullpas y casuchas prehispanas, volviendo luego a Cuyo-cuyo para entrar en la quebrada de Sandia; de Sandia iría a Atunyunga o Huasayunga, eso es Valle Grande; de allí marcharía hacia el Tambo Ichubamba y la Punta Ramos Pata, por el camino de Iparo, llegando a Yungacoya; para pasar al tambo Isilluma; siguiendo el Huari-huari quebrada arriba, pasaría por San Jose, Chacllura, Vilcabamba y Cuchini, para seguidamente volver a Sandia de donde siguiendo el curso de su río encaminaría a Caramasani luego al tambo Iparo; de Iparo continuaría su viaje hasta la desembocadura del río Sandia en el Huari-huari, para pasar hacia Paraíso, y llegar al territorio de los “célebres lavaderos” de San Juan del Oro; volviendo luego casi hasta la desembocadura del Sandia en el Huari–huari; caminaría con dirección a la gran quebrada del Tambopata, pasando por Marun kunca, con destino primeramente a Huccaychuro por la quebrada del Llami-llami. De Huaccaychuro se iría a Ichupata y Llincki-huayk’o de ahí iría a San Juan Pata, y Santa Rosa; por Ccasasani iría finalmente hasta Yanamayo, de esta aldea, dice Raimondi, Clemente Markham habría llevado sus más grandes volúmenes de Cascarilla rumbo a la India, como contrabando. De Yanamayo, y con el propósito de mejorar las entradas del Weddel y Markhamm, predecesores suyos, se encaminaría a la quebrada del Tambopata por selva virgen, llegando a Cruzplaya, por entonces en pleno territorio de los Chunchos, entraría todavía más hasta el río Santo Tomas y Moyobamba, antes de llegar a Putina-punco pasando por el encuentro del San Cristobal y el Tambopata; de Putinapunco, regresaría a Huaccaychuro su siguiente meta era conocer Quiaca y Sina, orígenes más remotos del Inambari.

De Huaccaychuro iría bordeando el río Llami-llami hasta Tambopata, el pueblecito, para seguir hasta Raquiraqui y Chinahuaya, de ahí hacia el río Yanahuaya, llegando a la Villa, lugar poblado con capilla incluida; pasaría hasta el tambo Huichillumi, el tambo de Congata, y el río Cahuanaco, el río Chullumayo, llegando al tambo Chimbata por la cuchilla entre el Quiaca y Sina, arribaría hasta el tambo Pucarumi, y finalmente al pueblito de Quiaca y luego a Sina; finalmente iría a Saqui, como última meta en Carabaya; volviendo a Sina desde Saqui, continuaría aún un pequeño tramo quebrada arriba, hasta divisar el Viscachani, nevado que por ese lado dividía Carabaya de la hoya del Titicaca.

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